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La fábrica de pensamientos

  • Foto del escritor: Rosana Huerga
    Rosana Huerga
  • 14 abr
  • 3 Min. de lectura

Había una vez, en un rincón mágico del universo, una fábrica muy especial llamada La Gran MENTE. Esta fábrica no era como las demás, no producía juguetes ni dulces, sino que se dedicaba a algo mucho más importante: ¡producía pensamientos! De ella nacían todos los pensamientos del mundo, que luego se vendían en tiendas especiales para que las personas pudieran comprarlos y usarlos.

 

El jefe de producción de la fábrica era el Señor Reflexión, un hombre muy sabio con gafas redondas y un sombrero alto. Su trabajo era asegurarse de que todos los pensamientos salieran perfectos de cada línea de producción. Había varias líneas: la principal, de creencias, y las sublíneas de pensamientos racionales y pensamientos irracionales.

 

Cada línea producía una larga cadena de pensamientos diferentes. Había pensamientos alegres, tristes, catastróficos, obsesivos, depresivos, y muchos más. La fábrica nunca cerraba, ni siquiera por las noches, porque los pensamientos nunca dejaban de fluir.

 

Un día, el pequeño Milo, un niño muy curioso, decidió visitar La Gran MENTE. Al entrar, se encontró con un lugar con gran actividad. En una esquina, vio a la línea de pensamientos racionales trabajando apuradamente. Los pensamientos racionales eran como pequeñas burbujas de luz, brillantes y estables. Cuando Milo se acercó, uno de los pensamientos le susurró: "Me gustaría aprender algo nuevo hoy". Este pensamiento hizo que Milo se sintiera emocionado, llenándolo de alegría y emoción.

 

En otra esquina de la fábrica, estaban los pensamientos irracionales. Estos pensamientos eran más caóticos, con formas extrañas y colores intensos. Uno de ellos, con cara de enfado, le gritó a Milo: "¡Todo es horrible! ¡Nunca harás nada bien!" Este pensamiento hizo que Milo se sintiera asustado y fuera de control, llenándolo de tristeza y miedo.

 

El Señor Reflexión se acercó a Milo y le explicó: "Los pensamientos racionales son como amigos sabios, te ayudan a ver la realidad y a sentir emociones que puedes manejar. Dicen cosas como 'Me gustaría...' o 'Puede que...'. Estos pensamientos producen emociones agradables como la alegría o el amor, y también emociones desagradables como la tristeza o el enfado, pero siempre bajo control. Pero los pensamientos irracionales son un poco alocados y exageran todo. Usan palabras como 'Jamás', 'Todo' o 'Nunca', y pueden hacerte sentir emociones muy intensas o que duran mucho tiempo, como un enfado muy grande o una tristeza profunda".

 

Milo se quedó pensando en lo que había aprendido. Decidió que, cuando un pensamiento irracional apareciera en su mente, lo reconocería y trataría de convertirlo en uno racional. Por ejemplo, si pensaba "¡Nunca podré hacer esto bien!", lo cambiaría a "Puede que necesite más práctica, pero puedo intentarlo". Al hacerlo, notó que se sentía menos asustado y más esperanzado.

 

Antes de irse, el Señor Reflexión le dio un pequeño regalo a Milo: una burbuja de luz de pensamiento racional, para que siempre recordará que podía elegir cómo pensar y sentirse. "Recuerda, Milo," le dijo el Señor Reflexión, "Tus pensamientos pueden cambiar tus emociones, y tú tienes el poder de elegir tus pensamientos."

 

Milo salió de la fábrica con una gran sonrisa, sabiendo que tenía el poder de transformar sus pensamientos y, por lo tanto, sus emociones. Y así, cada vez que se encontraba con un pensamiento difícil, recordaba la visita a La Gran MENTE y al Señor Reflexión, y su mundo se volvía un lugar un poco más brillante y manejable.

 

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.



👉 ¿Te has reconocido alguna vez pensando como un pensamiento irracional? ¿Cómo podrías transformarlo en uno racional?

 
 
 

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© Creado por Rosana Huerga

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